Ron Wyatt era enfermero anestesista cuando en 1960
vio una fotografía del sitio arqueológico de Durupinar en la revista Life
Magazine. El descubrimiento del sitio, formado por una estructura con forma de
barco sobre una montaña cercana al Monte Ararat, causó una amplia discusión
entre círculos cristianos evangélicos respecto a la posibilidad de que pudiera
tratarse de los restos del Arca de Noé.
Impresionado por el descubrimiento, pero
insatisfecho por las conclusiones a las que llegaban los científicos de aquel
entonces, Wyatt comenzó su carrera de arqueólogo aficionado. Desde 1977 hasta
su muerte de cáncer en Agosto de 1999, Wyatt hizo más de cien viajes al Medio
Oriente. Sus investigaciones abarcaron una gran variedad de lugares y
artefactos descritos tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
Dentro
de sus principales descubrimientos están:
El Arca de Noé, en el sitio arqueológico de
Durupinar, ubicado a 18,25 millas al Sur del Monte Ararat.
La casa y las sepulturas de Noé y su esposa.
Los restos de Sodoma y Gomorra.
La Torre de Babel, al Sur de Turquía.
El lugar donde los israelitas cruzaron el Mar Rojo,
ubicado en el Golfo de Aqaba.
Una cámara al final del laberinto de túneles bajo
Jerusalén conteniendo varios objetos del Templo de Salomón.
El lugar de la crucifixión de Jesús.
El Arca de la Alianza y las piedras con los diez
mandamientos.
Y la Sangre de Cristo, derramada sobre el
propiciatorio del Arca de la Alianza bajo el supuesto lugar de la crucifixión.
En Jerusalén, Wyatt cavó en la propiedad de la
Asociación Jardín de la Tumba cerca de la zona de la cantera de Sedequías y
según sus palabras, cree que encontró el lugar de la crucifixión. Él logró
entrar a un sistema de túneles y afirmó haber descubierto el Arca de la Alianza
bajo el sitio de la crucifixión, a unos 5.90 metros Aproximadamente de la
roca donde fue crucificado el Señor Jesús. Él también afirmó haber visto y
tomar una muestra de la sangre seca de Jesús que había goteado abajo a través
de una grieta que llegaba a la cámara donde se encontraba el Arca del Pacto y
caer exactamente sobre el propiciatorio del Arca.
Aunque las autoridades responsables de los permisos
para escavar en ese sector de Jerusalén, niegan que Wyatt haya realizado
trabajos allí, muchas fotografías y videos realizados por Wyatt prueban que sí
estuvo en ese lugar. Las razones de negarlo, las serias repercusiones
político - religiosas.
En 2005 y 2006 la fundación de Ron “Wyatt Investigación Arqueológica”, aportó
fondos y mano de obra para una excavación profesional y con licencia del
presunto lugar de la crucifixión y descubrió dos grandes cisternas circulares
con 6 pies de paredes de fecha desconocida. Sin embargo no encontraron
evidencia del Arca del Pacto. Pero, la excavación reveló evidencias de
excavaciones previas y de que Wyatt sí había estado allí, verificando al menos
su afirmación de haber entrado en ese túnel subterráneo.
Luego de un tiempo en su hogar y ciudad, Ron Wyatt
tuvo tiempo para tratar de probarle a sus autoridades eclesiásticas sobre sus
descubrimientos respecto al Arca del Pacto, y a un principio se entusiasmaron y
lo apoyaban, sin embargo (cuenta
Wyatt), pasados unos días, nuevamente se reúne con sus líderes
religiosos y le piden que renuncie a sus derechos de autoría sobre sus
hallazgos, y los transfiriera a Arqueólogos Profesionales de su denominación, a
lo que Wyatt se niega rotundamente, a cambio de esto, le darían el puesto de
pastor en una de las iglesias adventistas. Esta situación obliga a Wyatt,
a alejarse de su congregación, pero sin dejar su amor a Dios y a la Biblia,
prosigue su trabajo de Arqueólogo aficionado. Según Wyatt, las envidias de
los arqueólogos egresados de universidades, y de práctica Adventista, querían
que Wyatt les revelara los detalles de sus hallazgos y tomar ellos los laureles
de los créditos en el mundo científico. Quizá de allí proviene la ola de
descrédito que se empezó a gestar en todo lo que Wyatt realizaba como
arqueólogo aficionado, tanto en el ámbito científico como en el cristiano.
Transcurría el año 1978, y Wyatt regresa a
Israel. Él era acompañado por uno de los responsables de autorizar
las excavaciones en El Jardín de la Tumba, muy cerca de la Colina de la
Calavera. Esta persona le pregunta en dónde quería Wyatt comenzar a
trabajar, y sin estar consciente de su respuesta, inexplicablemente su brazo
izquierdo le señala un lugar específico y le dice que “allí está la Cueva de Jeremías, y allí está el Arca del
Pacto”. El lugar señalado era un pequeño hueco en la roca que
se había convertido en un basurero mal - oliente. El acompañante accede
inmediatamente y emocionado le otorga los permisos respectivos y las
facilidades para su estadía.
Este personaje conocía algo del trabajo de Wyatt, y
le había invitado semanas antes, para que realizara investigaciones en Israel. Y
aunque Wyatt, enfermo en aquella época, se tomó el tiempo necesario para
recuperarse y luego regresar a Israel a realizar el trabajo de investigación.
Días después de estar trabajando en el área
elegida, Wyatt no se explicaba cómo es que había señalado aquel lugar, pero
sabía en su corazón que Dios lo había guiado de esa forma para encontrar “algo” allí. Esto era algo
sobrenatural.
Tras realizar excavaciones y estudios en el área
durante un buen tiempo (unos 3
años), Wyatt localizó rastros de gran importancia
arqueológica. Utilizando un radar de tierra para “escanear debajo de la tierra”, notó que el aparato
indicaba que había cuatro agujeros sobre una ladera del acantilado del Gólgota,
comenzó a excavar toda esa área y finalmente llegó a la base de roca
sólida. Encontró efectivamente cuatro agujeros, 3 en una depresión inferior y
uno en la parte superior, además de una enorme roca cortada en circunferencia
que asemejaba a una puerta de roca, esta medía 13 pies de diámetro. Sobre
el agujero superior había una tapa cuadrada de roca desmontable, y debajo
estaba el agujero, pero también descubrió una grieta a la par del agujero que
se extendía sobre esa base de la roca.
¿Esta grieta podría haberse producido cuando el
Señor expiró en la Cruz y luego del terremoto? Porque la Biblia dice que
tras la muerte de Jesús, hubo un terremoto y las “rocas se partieron”
Cuenta Wyatt que, durante el paciente trabajo de
desenterrar minuciosamente, hubo un momento de desaliento y sintió que su
trabajo era infructuoso. Mientras descansaba un momento, escuchó una voz
que le dijo “Dios te bendiga por lo
que estás haciendo aquí Ron Wyatt”. Le
extrañó que alguien le hablara por su nombre, pues nadie sabía quién era
él, ni lo que hacía en aquel lugar. Se dio vuelta para ver quién le
hablaba y una allí estaba una persona desconocida, y respondió "gracias, es usted de por aquí" y
el extranjero simplemente contestó, "No." De
nuevo, Ron dijo, "es usted,
un turista" y la persona contestó otra vez, "No." Y continuó
diciendo, "He venido de África del sur y voy camino a la Nueva
Jerusalén." Sintió un fuerte escalofrío, electrizante y vio que la
persona se alejaba por el único camino que llevaba a ese lugar. Reaccionó
y caminó tras él, pero ya no lo pudo ver. Preguntó a los otros trabajadores
si habían pasar a una persona, pero le dijeron que no. Con esa experiencia
reconoció que Dios le estaba hablando y animando a continuar su trabajo.
Más adelante, cuenta Wyatt, prosiguió su trabajo de
excavación en las partes inferiores del acantilado y se encontró con un sistema
de cavernas. Pero el 6 de Enero de 1982, Su pequeño ayudante de origen
egipcio escarbaba en los pequeños agujeros y se encontró con una caverna
mayor. Luego de meter la cabeza en el pequeño agujero que conducía a esa
caverna, dio un grito y rápidamente salió muy asustado diciendo: "Qué es lo que hay
ahí! Qué es lo que hay ahí!".
El hombre salió del sistema de cavernas muy apresuradamente y se negó volver a
ese lugar, y luego de esa experiencia Ron nunca más supo del muchacho.
Más tarde logró agrandar el agujero de entrada y
penetró a la caverna. Removió algunas tablas secas y descompuestas, y
polvo. Luego de quitar el polvo notó que había pieles de animales
cubriendo cosas brillantes debajo. Allí había muchos objetos los cuales
reconoció inmediatamente, un objeto era la Mesa de los panes de Proposición de
los tiempos de Moisés. También
encontró el candelabro de siete brazos, una espada gigante (posiblemente de
Goliat), un efod, el tabernáculo usado en el desierto, el altar del incienso
junto con otras cosas.
Pero
luego notó que allí había cuatro personas de aspecto joven y asombrado les
preguntó quiénes eran, ellos respondieron “somos los ángeles que el Señor encomendó para cuidar el Arca del
Pacto, desde que fue dejada aquí”. Asombrado y asustado por lo que
estaba viendo, preguntó “¿Está el
Arca del Pacto aquí?”, y los personajes le respondieron: “Sí, allí está”, señalando un
montículo de piedras. Los ángeles le indicaron que quitara las piedras, y
bajo de ellas encontró un cajón de roca, cuya tapa estaba quebrada. Los
ángeles (que estaban sin
alas) quitaron la tapa pues para Ron era muy pesada, y con gran
asombro vio que allí estaba el Arca del Pacto. Era hermosa, brillante por el
baño de oro que tenía.
Luego
de reponerse de la emoción (y
débil por la pulmonía que sufría en ese momento), los ángeles levantaron
la tapa superior y observó que la tapa y los dos querubines eran de una sola
pieza. Los querubines no estaban arrodillados sobre la tapa, sino más
bien, estaban de pie a los lados del Arca y sólo una de sus alas (de cada uno) tocaba el ala del
otro querubín. Adentró sólo estaban las tablas de la Ley que Dios había
escrito, pero no estaban la copa con el maná ni la vara de Aarón. Los
ángeles le dijeron que podía sacar las tablas de la Ley para que las palpara, y
así lo hizo. Luego las dejó en su lugar. Pero los ángeles le dijeron que
no podía sacar nada de ese lugar. Permaneció allí unos 45 minutos.
Posteriormente la intentó fotografiar con una cámara polaroid, pero las fotos
resultaron brumosas. Regresó con un colonoscópico, pero de nuevo las fotos
resultaron brumosas.
Conforme
pasó el tiempo, hizo varios viajes a Israel, y en cada oportunidad, iba
ordenando las cosas para poderlas apreciar mejor. Pero esos 4 personajes
sólo le permitían entrar únicamente a él. Wyatt, informó todo esto a su
amigo que le había invitado a trabajar en aquel lugar y su amigo estaba
entusiasmado, también les habló lo que los ángeles le habían dicho, que nadie
podía entrar a ese lugar. Sin embargo, cuenta Wyatt, mientras él estaba en
EE.UU. (en su casa), se
enteró que el gobierno israelí había preparado a 6 u 8 personas descendientes
de la tribu de Leví, para entrar en aquellas cuevas, sacar todo, y ponerlo en
un lugar seguro (aunque las
autoridades israelíes no habían informado nada a la opinión pública, era un
secreto). Wyatt regresó a Israel inmediatamente y se enteró que
efectivamente el gobierno israelí y una asociación de sacerdotes judíos habían
preparado a unos levitas para sacar todo ese tesoro religioso y ponerlo en un
lugar apropiado con fuertes medidas de seguridad. Sin embargo, se enteró
que la expedición había fracasado. Los 6 u 8 levitas habían muerto
misteriosamente a medio camino dentro del sistema de cavernas.
Al
examinar los cuerpos, observaron una horrible expresión en sus rostros y la
necropsia reveló que habían muerto de una gran hemorragia cerebral, y los vasos
sanguíneos de sus ojos, prácticamente habían explotado. Parecía una
película de terror. Las autoridades israelíes conmocionados sellaron el
lugar hasta que Wyatt llegara a continuar el trabajo. No se tiene noticia
que nadie más se halla atrevido a entrar en ese lugar, a excepción de este
atrevido arqueólogo y sus hijos quienes le ayudaban en sus investigaciones,
pero a la caverna donde se encontraba el Arca del Pacto, sólo Wyatt podía
entrar.
Ron
Wyatt dijo en algunas entrevistas que “Me preocupa no oír comentarios al respecto, aun cuando uno no es un
profeta, pero aún no ha llegado el tiempo cuando el mundo esté listo para
contemplar este descubrimiento con sus propios ojos”.
Mientras
Wyatt examinaba los objetos sagrados y los detalles de la caverna, observó que
en el techo de la cueva, exactamente sobre la parte donde estaba el Arca del
Pacto, había una grieta y sustancia negra que parecía venir de adentro de la
grieta. Esa misma sustancia negra estaba también sobre el arca. Él
recordaba que en la Biblia dice que, cuando Jesús fue crucificado, su sangre
había brotado de su cuerpo, incluso uno de los soldados había metido su lanza
en uno de los costados del cuerpo del Señor. Además, el agujero que
él había descubierto en la parte superior de la cueva, y la grieta que estaba
cerca de ese agujero, ¿no sería la misma grieta que él veía dentro de la
caverna (en el techo)? ¿No será esa sustancia negra, vestigios de la
sangre que Jesús derramó en la cruz y al llegar al suelo, se filtro en esa
grieta de la roca y llegar hasta la caverna donde estaba el Arca?
Pidió
a su ayudante que se fuera a la parte superior de la cueva, donde habían
encontrado los 4 agujeros que servían como base para colocar allí las
cruces. Wyatt desde abajo introdujo una cinta métrica de metal y la empujó
hacia arriba y ¡SORPRESA! su ayudante observó en la grieta que estaba cerca de
la base donde colocaron la cruz donde murió Jesús, que la punta de la cinta
métrica salía. Al comunicárselo su ayudante, Wyatt quedó impresionado,
¡¡¡esa sustancia negra podría ser rastros de la Sangre de Jesús!!! Miles
de ideas y pensamientos pasaban por su mente. La grieta desde el techo de la
cueva hasta arriba, donde estaba el agujero de la cruz de Jesús, medía
5.90 metros Aproximadamente.
En
ese momento se le aparecen nuevamente los ángeles dentro de la caverna y él les
pregunta si esa sustancia que estaba sobre el Arca era la Sangre de Jesús, y
ellos le responden que “Sí”. Además,
ellos le dijeron que el Señor le autorizaba para que tomara una muestra de esa
sustancia y que hiciera todas las pruebas que él considerara pertinente.
Ron
Wyatt toma lo necesario de esa sustancia oscura para la muestra y ya en la
ciudad (Jerusalén) pregunta
dónde hay un laboratorio donde la puedan examinar, por supuesto, sin decirle a
nadie de qué se trataba el asunto. Le indican qué laboratorio es el más
avanzado en este tipo de pruebas, y pide que la analicen. Al ir a traer
los resultados le indican que efectivamente es sangre humana con varios siglos
de antigüedad. Wyatt pregunta si pueden realizar una prueba cromo somático,
pero el ingeniero genético le indica que es imposible hacer ese tipo de prueba
sobre sangre muerta, pues ya no hay glóbulos blancos. Nuevamente Wyatt
pide que la hagan, sin importar qué tipo de resultado arroje. El ingeniero
genetista acepta, y le pide que regrese un par de días después, mientras hacen
el cultivo.
Wyatt
regresa al laboratorio, y había solicitado estar allí presente cuando
realizaran la prueba cromo somática. Luego de un tiempo, Wyatt observa que
el ingeniero tenía actitudes de nerviosismo y asombro, pasados unos minutos
llama a su jefe y llega la persona, se comunican en hebreo y Wyatt no entendía
nada, hacen otra llamada y llega otra persona (el jefe de todo el laboratorio), y continúan comunicándose en
hebreo, nerviosos y estupefactos hacen más y más pruebas. Wyatt se atreve
a interrumpir la conversación de ellos y pregunta qué es lo que pasa. Uno
de los ingenieros le pregunta de quién es esa sangre. ¿Por qué? Pregunta
Wyatt. Y ellos le indican que increíblemente hay glóbulos blancos,
la ¡¡¡SANGRE
ESTÁ VIVA!!! Y eso es imposible para una muestra de sangre con dos
mil años de antigüedad.
Wyatt
les dice que esa sangre es de Jesús, el antepasado de ellos, el Mesías que
ellos rechazaron hace dos mil años. Pues él encontró el lugar donde la sangre
de Jesús fue derramada cuando lo crucificaron. Entonces los tres
científicos del laboratorio le explican a Ron que toda sangre humana tiene 46
cromosomas: 23 cromosomas que otorga el óvulo y 23 que se encuentran en el
esperma, y al unirse en la fecundación dan como resultado 46 cromosomas en
total, que son los que todo ser humano tiene en todas las células de su cuerpo,
incluyendo la sangre.
De
esos 23 cromosomas, 22 cromosomas son “autosomas” (es decir genéricos donde están todas las cualidades que heredarán del
padre y de la madre) y 1 cromosoma sexual (es decir, el que determina el sexo del bebé), uno otorgado
por el padre y uno por la madre. Ese cromosoma sexual que otorga la madre
por medio del óvulo siempre será “X”, el cromosoma femenino; y el
cromosoma sexual provisto por el esperma puede ser “X” o “Y”; es decir que hay
espermas con cromosoma sexual “X” que hará que nazca una niña, y hay espermas
con cromosoma sexual “Y”, que hará que nazca un niño.
Sin
embargo, esto es ¡¡¡LO ASOMBROSO Y SOBRENATURAL!!! esa sangre examinada por
los tres ingenieros genéticos, contenía los 23 cromosomas de la mamá, es decir
de María (la madre humana de
Jesús); pero por parte del papá, sólo estaba el cromosoma sexual
“Y”, los otros 22 cromosomas paternos NO ESTABAN en la muestra. La muestra
sólo tenía 24 cromosomas de los 46 que debería tener. Y eso es lo que los
científicos no podían entender cómo era eso posible.
Wyatt
les explica que él si lo comprende, porque la Biblia dice que Jesús era y ES Hijo
de Dios. Entonces, José el padre “criador” de Jesús, no tuvo ninguna participación en la
fecundación del óvulo que trajo a Jesús al mundo, sino había sido como la
Biblia lo dice, por la “OBRA MARAVILLOSA DEL ESPÍRITU SANTO” La semilla que “implantó” el Espíritu Santo en
el óvulo de María sólo contenía el cromosoma “Y” que haría que el nuevo Ser
fuera Varón, pero no contenía los otros 22 autosomas, los que le dan “información” al nuevo ser de
las características que heredará del padre. ¿Qué características? Si Dios no
tiene forma ¿qué rasgos o caracteres ligados a una fisonomía humana y visible? Si
Dios no tiene materia, es INVISIBLE al mundo material, a menos que Él quiera
manifestársele.
El
apóstol Pablo reconoce y le fue revelado que Jesús es Rey, es Inmortal, es
Invisible, y es DIOS. Por eso no se encontraron los 22 autosomas que le
dan las características a los humanos de parte del padre, pero no al Hijo de
Dios, porque Dios no tiene forma, Jesús es Dios.
Wyatt también dijo que estos científicos israelitas
que realizaron las pruebas a la sangre de Jesús, sus vidas cambiaron a partir
de allí. Por supuesto, mantuvo en secreto el nombre del laboratorio y de estas
tres personas, pues aún es peligroso que la comunidad israelita judía (que practica la
“religión” judía) sepa quiénes van tras otra
fe diferente a la suya. En la actualidad, aún es prohibido predicar de
Jesús y su gracia salvadora en las calles de cualquier ciudad en Israel, hay
cárcel por ese “delito”.
Desde
que Ron Wyatt hizo este descomunal descubrimiento hasta su muerte (1999), nunca
se dejó manipular por sus detractores, ni de sus “colegas” de ciencia y de espiritualidad que quisieron
desprestigiarlo por el simple hecho de sacar a luz una gran verdad escondida
durante dos mil años bajo la Colina de la Calavera, y que Dios permitió que
hasta en 1982 un sencillo hombre de escasa ciencia (universitaria), pero con una fe inquebrantable basada
en la Palabra de Dios, continuara afirmando que la Sangre de Jesucristo
seguía predicando (por sí
sola) que Jesucristo es Dios, hoy y por toda la eternidad. Hasta el
último día en su lecho de muerte, Ron Wyatt nunca negó haber encontrado el Arca
del Pacto (o de la
Alianza) y los restos de la Sangre de Jesús.
Me
parece impresionante esta historia de Ron Wyatt, y la valentía de sostener todo
lo que él decía haber encontrado. Aunque aportó gran cantidad de
evidencias en todo su trabajo de arqueólogo aficionado, quizá (a mi juicio), sus aportes sobre
el Arca del Pacto y la sangre de Jesús, sea lo más importante de toda su
carrera.
¿Solo fué testigo Wiatt?¿Que pasó con los otros testigos del laboratorio?¿y la sangre?
ResponderBorrar¿Hubo más análisis?
Un saludoo y gracias.